28.5.08

¿Y tú qué prefieres?

Siempre había pensado que tenia que ser muy duro ser famosa, porque los famosos se ven sometidos a la opinión pública, todo el mundo habla (y critica, cómo no) sobre su ropa, su peinado, su casa, su pareja… Me parecía imposible de aguantar, a mí, que disfrutaba del maravilloso anonimato=libertad. Hasta que me convertí en madre.

Y es que resulta que los hijos, además de conllevar un montón de nuevas responsabilidades y decisiones difíciles, atraen la opinión pública. Al principio no comprendes muy bien cómo es que el vecino del 5º, ese que nunca te había saludado, de repente te interrumpe el paso y te da un discurso sobre alimentación infantil. Te alucina que tu tía, siempre tan respetuosa con todas tus decisiones (hasta cuando decidiste pintarte el pelo de rosa no dijo ni mú), de pronto te llame todos los días para aconsejarte sobre el mejor modo de dormir al niño. Poco a poco vas cayendo en la cuenta del acoso y aunque tratas de escapar no puedes.
En esto de la crianza de los niños, hay opiniones para todos los gustos y de todos los colores.
Está la opinión sutil, que sólo te dice la mitad, pero te lo dice todo: “Ah! Pero come potitos…”
La telenovelera: “Tú lo que tienes que hacer es… porque… yo tenía una vecina… y…”
La futuróloga: “Cuando tenga 15 años seguirá durmiendo en tu cama”
La experta: “Hazme caso a mí que crié 5 hijos y les di lentejas desde los 3 meses y mira qué bien están ahora”
La que pasa a la acción: “Trae, ya le duermo yo, mujer, que tengo mucha mano”
La silenciosa: (No te dice nada, pero te mira boquiabierta y le da un codazo al de al lado)
La persistente: (Lunes)“Déjale llorar, que es bueno” (Martes)“Déjale llorar, que es bueno” (Miércoles)”Déjale llorar, que es bueno”…
La que vela por la especie: “Este niño lo que necesita es un hermanito”


El problema es que tú, que te preocupas por todo porque todos tus sentidos están alerta desde que eres madre y tus sentimientos están a flor de piel, no eres capaz de dejar pasar esta avalancha de buenas intenciones y cada día estás más confusa. Hay madres que no quieren decepcionar a su público y se vuelven madres camaleón. Así que según el jurado del momento, un día el niño va en silla y no sale, otro día va andando, otro en brazos, y otro colgado de una oreja. Y así todos contentos. Menos la madre y el niño ¿pero eso qué importa? Porque ¿quién se ha interesado nunca por lo que realmente quieren y necesitan la madre y el niño? Así que a mí, que también opino porque no voy a ser menos, me gusta preguntar ¿Y TÚ QUÉ PREFIERES?

¡QUE NO OS SEPAREN!


El recién nacido ha vivido durante muchas semanas en un entorno que después del parto no puede ser mantenido.
El contacto con el aire, normalmente frío del paritorio, las voces potentes de sus padres y los profesionales que asisten el parto, y su esfuerzo por comenzar la respiración pulmonar ya son suficientes retos para él. Acaba de atravesar el canal de parto y no espera un cambio tan brusco, del contacto constante con su madre al vacío.
El bebé humano nace preparado para un entorno muy reducido: el pecho de su madre. El bebé humano es evolutivamente inmaduro, necesita de muchos meses para mostrar cierta autonomía. Sin embargo se encuentra perfectamente preparado para subsistir en el hábitat que se crea en el pecho de su madre, arrimado a su calor, su olor y su alimento.
Durante mucho tiempo se buscaron soluciones tecnológicas para ayudar al recién nacido en esos momentos críticos. Hoy la investigación científica dice que el mejor lugar para el bebé es sobre el pecho de la madre que le proporciona alimento, calor y confort. Si al respeto por esa realidad sumamos el ojo experto de una matrona o un neonatólogo, el bebé tiene todo a su favor para construir la base de una buena salud.
Si hay separación el bebé y su madre no solo dejan de percibir los importantes beneficios derivados del contacto, la lactancia y el corte tardío del cordón. También son expuestos a nuevos riesgos y daños. Es difícil aceptar que a la luz de esta información siga separándose solo por motivos organizativos en nuestros hospitales.
Riesgo de bajada de temperatura y otros riesgos asociados
Aumento de estrés
Mayor probabilidad de fracaso de la lactancia materna
Dificultad para establecer el vínculo afectivo
Aumenta el riesgo de que la madre padezca síndrome de estrés postraumático
Contacto con bacterias ajenas a la madre
Infecciones por iatrogenia

Vive intensamente el placer de que no os separen y ten la seguridad de que le estás dando lo mejor. Existen muy pocas situaciones en las que un recién nacido no pueda estar piel con piel con su madre.

27.5.08

La maternidad mal entendida

Se ha hablado mucho estos días de la nueva ministra de defensa, a raíz de su embarazo, después de su parto y ahora de su maternidad. Es lo que pasa cuando tu vida se expone a la opinión pública, no la envidio en absoluto. Aunque nunca hablo de la vida de los demás, porque no me gusta, creo que su caso como ejemplo (sin nombre propio) resulta muy interesante.

Una amiga, compañera de insumisiones, autora de "La Revolución del Nacimiento", ha escrito hoy un artículo en El País que suscribo totalmente.
Creo que lo expresa muy bien. Y añado algo: las mujeres, aunque nos vendan lo contrario, no somos libres para elegir, se nos impone una gran tensión, debemos rendir en todos los ámbitos, al mismo tiempo y al máximo. Y sin olvidarnos de sonreir.
Si quereis saber más sobre este tema, os recomiendo el libro "Los 7 mitos de las madres trabajadoras" de Suzanne Venker.

La igualdad mal entendida
ISABEL F. DEL CASTILLO SAINZ 27/05/2008
"Dice la ministra Fernández de la Vega que reincorporarse al trabajo después de seis semanas de baja maternal (a propósito de la decisión de la ministra de Defensa) es "un modelo a seguir". Y yo me pregunto: ¿desde qué punto de vista? Psicológicamente, y, más aún, en los primeros tiempos, el vínculo madre-bebé no es igual que el vínculo padre-bebé. Para nada. Aunque sea políticamente incorrectísimo. Lo siento.
Eso sin mencionar el pequeño detalle de la lactancia materna, que debería ser una prioridad de salud pública. Cuando estamos ante un tema de la trascendencia de la maternidad, es importante encontrar otro lenguaje para hablar de la igualdad hombre-mujer, ya que si se hace en unos términos tan lineales y reduccionistas, corremos el riesgo de dejar fuera de la ecuación al bebé, cuyas necesidades -por lo que se ve- al sistema le importan bien poco.
Tener en cuenta las necesidades del bebé no significa dar un paso atrás, significa tener a todos en cuenta, incluido al eslabón más débil, el más necesitado, el que no se puede defender.
Los países más avanzados en materia de derechos de la mujer y de la infancia son también aquellos en los que la mujer juega un papel más activo, tanto social como políticamente. Suecia, por ejemplo, tiene 64 semanas de baja maternal; Noruega, 52; Dinamarca 50; Finlandia, 44. Estos países han comprobado que invertir en promoción de salud -física y mental- acaba por resultar más lógico, más justo... y a la larga más económico. Esos países sí son un modelo a seguir.
En el polo opuesto tenemos a Estados Unidos, donde la baja maternal como tal no existe. Casualmente, EE UU es también el país que vive más a la defensiva, el más violento del mundo, un país donde las escuelas se han visto obligadas a instalar detectores de armas. Hoy se sabe que el vínculo madre-hijo es el sustrato de la misma capacidad de amar, de convivir. Apoyarlo o no tiene una profunda trascendencia social.
No, señora Fernández de la Vega, volver a trabajar a las seis semanas de ser madre no es un modelo a seguir, es una elección personal sobre la que no opino. Pero recomendarlo públicamente... me parece que es no entender nada, y es utilizar a una ministra en concreto para dar una imagen de modernidad falsa y muy mal encaminada."

26.5.08

Antes de ser mamá...

ANTES DE SER MAMÁ...
Yo comía mi comida caliente.
Mi ropa lucía planchada y limpia todo el día.
Podía sostener largas y tranquilas conversaciones telefónicas.
ANTES DE SER MAMÁ...
Me dormía tarde,
tan tarde como quería (porque yo quería)
y jamás me preocupaban los desvelos.
Cepillaba y cuidaba mi pelo, lucía uñas largas y hermosas.
Usaba tacones altísimos y camisones pequeñitos.
Mi casa estaba limpia y en orden,
no tenía que saltar juguetes olvidados por todos lados.
ANTES DE SER MAMÁ...
No me importaba si alguna de mis plantas era venenosa,
ni pensaba en lo peligroso de las escaleras
o las esquinas de mis muebles.
Tenía adornos en mesas bajas y flores en floreros de vidrio.
No dejaba mi tiempo en consultas mensuales con los médicos,
ni consideraba siquiera la palabra vacuna.
ANTES DE SER MAMÁ...
No tenía que limpiar comida del suelo,
ni lavar las huellas de pequeños deditos marcadas en los cristales.
Tenía control absoluto de mi mente,
mis pensamientos, mi tiempo, mis planes, mi cuerpo y mi aspecto físico...
Dormía toda la noche y los fines de semana eran totalmente relajados e incluso románticos.
ANTES DE SER MAMÁ...
No me entristecían los gritos de los niños en la consulta médica
(porque no los escuchaba nunca),
no tuve jamás que detener, con lágrimas en mis ojos,
un bracito que sería inyectado;
no me imaginaba que mi peor pesadilla
pudiera ser un termómetro con el mercurio superando los 39ºC.
ANTES DE SER MAMÁ...
Yo nunca sentí un nudo en la garganta
al mirar a través de unos ojos llorosos y una carita sucia.
No conocía la felicidad total con sólo recibir una mirada.
No pasaba horas mirando la inocencia dormir en una cuna.
Nunca sostuve a un bebé dormido SÓLO porque no quería alejarlo de mí.
ANTES DE SER MAMÁ...
Nunca sentí que mi corazón se rompía en un millón de pedazos
al no poder calmar el dolor de un bebé.
Ni nadie me hizo sentir tan valiosa como mi niña agradeciendo una cura,
ni tan orgullosa como el día que hizo su primer dibujo.
Nunca supe que algo tan pequeño, podía afectar TANTO mi mundo.
Nunca supe que podía amar a alguien de ese modo.
ANTES DE SER MAMÁ...
Yo no conocía el sentimiento que provoca
tener mi corazón fuera de mi cuerpo.
No sabía que me sentiría tan especial al alimentar a un bebé hambriento.
No sabía de esa cercanía inmensa entre una madre y su hijo.
No sabía que algo tan pequeño podría hacerme sentir tan grande.
ANTES DE SER MAMÁ...
No imaginaba tanta calidez, tanta dulzura, tanto amor.
No imaginaba lo maravilloso que sería.
No imaginaba la satisfacción de ser madre,
no sabía que yo era capaz de conmoverme así ante la suavidad de su manita cálida,
de su piecito gordo, de su beso pegoteado de caramelo...
HOY NO IMAGINO MI VIDA
SIN ESA PEQUEÑA SONRISA PICARA Y TRAVIESA,
SIN ESA HUELLA DE CHOCOLATE EN LA PARED,
SIN ESE OLOR A PUREZA,
SIN ESCUCHAR DE UNOS PEQUEÑOS LABIOS
ESA PALABRA CORTA E INMENSA A LA VEZ...
"MAMÁ"

Ellos lo saben

Los bebés, los niños, las niñas... ellos lo saben. Saben qué es lo mejor, saben qué es lo que prefieren y lo dicen muy claro en este video. Espero que os haga reir como a mí y, sobretodo, que podais tener en cuenta sus preferencias. Y no me refiero sólo a las mamis, también a los papis, a las maestras/os y a la gente que frecuenta los lugares públicos. A todos vosotros, los niños tienen algo que deciros.

¿Para reir o para llorar?

Desde que decidimos adoptar a nuestro segundo hijo/a en África, hemos escuchado comentarios increíbles, ante los que no sabes si reír o llorar. No fuimos conscientes de la ignorancia de la gente hasta que nos la pusieron delante, salteada con verduras, porque eso sí, en este país somos racistas e ignorantes, pero con adornos, no vaya a ser que se note.
Me gusta mucho esta cita: “Ante la ignorancia, podemos hacer varias cosas: como enseñar a aquellos que te lo pidan. Pero una cosa importante de nuestra parte es, vive como siempre has vivido y no caigamos en el empeño de querer hacer ver o sentir, lo que alguien no desea conocer ni sentir."

Estas son algunas de las chorradas que hemos tenido el honor de escuchar:

“Adoptáis porque está de moda”
(Esta persona debe pensar que tener un hijo es como ponerse un pantalón de campana)

“Lo hacéis por aparentar, porque adopta la gente con dinero”
(Menos mal que nos avisas! Mejor nos compramos un Ferrari, no churri?)

“-¿Por qué os metéis en problemas? ¿No tenéis bastante con una hija?
-Pero queremos tener más.
-Ah! Pues entonces tenerlo biológico!”
(Ah! Pues entonces el problema no debe ser el número de hijos, sino su procedencia!)

“Menudo disgusto, un niño adoptado, ¿y si le dice algo la gente?”
(Traducción simultánea: menudo disgusto, un niño negro, ¿y si me dice algo la gente?)

“-¡Pero si vosotros podéis tener hijos!"
(Y eso es lo que vamos a hacer, TENER HIJOS)

“Cuando sea mayor se va a ir a su país y verás qué pena.”
(Cuando mi hijo/a sea adulto espero que ame sus orígenes y que tome sus propias decisiones.)

“Sería mejor chino/a, pero es que negro/a…”
(Lo podemos pintar con harina para que no llame la atención ¿qué te parece?)

“Cuando tenga que repartirse la herencia con sus hermanos biológicos habrá problemas”
(Lo dijo alguien que está peleándose con sus hermanos por la herencia, y ninguno es adoptado)

“¿No será meterse en muchos problemas?”
(Todos los hijos dan problemas, eso es verdad, pero la cuestión es si deseas formar una familia o no, pese a los problemas que puedan surgir.)

Nosotros acabamos de empezar, pero podéis seguir deleitándoos con el nivel cultural español en: “Chorradas de la gente” Una divertida recopilación de familias adoptantes, ¿o debería decir que es triste?

25.5.08

La educación ¿es una meta o un camino?

Investigando un poco podemos observar el progresivo avance del homeschooling (educar en casa) que ya alcanza cerca del millar de familias en España. También se pueden ver numerosos movimientos de educación “alternativa” al sistema escolar tradicional. Estos movimientos, traducidos en pequeñas o grandes escuelas con modelos educativos distintos al habitual, se basan en principios como la democracia, la libertad del individuo, el respeto, la convivencia y la educación integral. Descubrir esta creciente demanda, el desacuerdo de muchas familias con el sistema educativo tradicional, me ha hecho preguntarme: ¿Cuáles son las carencias de nuestro sistema? ¿Qué buscan las familias? ¿Qué podemos hacer para mejorar la educación en nuestras escuelas públicas?

Las respuestas parecen fáciles: dar más libertad al niño/a para escoger su aprendizaje; ofrecer en lugar de obligar; motivar a través de actividades lúdicas, del contacto con objetos, de la naturaleza; favorecer mucho más el intercambio y la participación de las familias; suprimir los castigos y toda pedagogía conductista; implicar al alumno/a activamente en su proceso de aprendizaje; ser mucho más flexibles y respetuosos con los niños… Sin embargo nos encontramos con dos problemas. Por un lado, la dificultad para movilizar y actualizar el sistema que, como todo sistema establecido, tiende a la repetición de patrones y se aferra a la seguridad de lo conocido.

Por otro lado y, lo que más me ha sorprendido, son las reticencias de muchas familias a “sacrificar” los resultados académicos en pro de la felicidad y el respeto a sus hijos/as. Y es que mientras algunos padres plantean su inclinación hacia estos métodos educativos alternativos, otros se cuestionan si estos métodos ofrecen resultados óptimos que les aseguren una “buena” preparación para el instituto o la universidad. Comprendo esta preocupación de los padres por el rendimiento final. Puede parecer que la educación en casa o en escuelas alternativas no ofrece garantías seguras de buenos resultados en cuanto a adquisición de contenidos porque no siempre siguen el programa oficial. Sin embargo, si vamos al fondo de la cuestión y para ser sinceros, lo que verdaderamente ocurre es que en nuestra sociedad lo que se valora son los resultados y no el proceso, nos importa más llegar a la meta que disfrutar del camino. Somos felices cuando mostramos buenos resultados: un coche caro, ropa de marca, un chalet en buena zona… y no nos importa tanto el cómo. Si los resultados son buenos, ¿qué más da el cómo hemos llegado hasta ahí?

En realidad, eso es lo que nos han inculcado, porque en nuestra infancia escolar la felicidad sólo duraba un instante: cuando podíamos lucir un hermoso y caro sobresaliente en las notas, y todo el mundo nos sonreía y nos miraba con aprobación y orgullo. Ése era el verdadero sentido de la educación, la meta final, obtener buenos resultados. Poco importa entonces el camino: si hemos disfrutado del aprendizaje, si nos hemos sentido realizados con cada actividad, si hemos sido libres y se han respetado nuestras preferencias personales, si cada día en la escuela era un motivo de felicidad donde aprendíamos a ser nosotros mismos… Todo eso se puede sacrificar si podemos lograr algo que mostrar a los demás. ¿Vivir para el resultado o disfrutar del camino? ¿Acumular conocimientos o aprender a ser uno mismo? En mi opinión, el niño/a que ha aprendido a respetarse a si mismo, que ha encontrado su verdadera identidad y disfruta de cada cosa que hace, aprenderá más y mejor y estará preparado para vivir de una forma más sana que la actual. Habrá aprendido cosas tan valiosas como: trabajar en lo que le gusta, disfrutar de la naturaleza y de actividades de ocio, tomarse la vida con calma, vivir cada instante sin importarle lo que obtendrá a cambio… Encontrará la verdadera felicidad y no necesitará sonrisas de aprobación.

Quiero animar a todos los profesionales de la educación a fomentar estos valores por encima de los resultados, a luchar para que el sistema educativo actual, al que acude la mayoría de la infancia, renueve sus modelos educativos. Y a todos los padres, a perseguir estos objetivos para sus hijos, buscarlos en su escuela, involucrarse, participar y pedir a sus hijos/as que disfruten aprendiendo.

24.5.08

Terrorismo desde la cuna

Nos quejamos de las bandas terroristas, de los políticos, de los sistemas opresivos, de los callejeros violentos… porque todos ellos nos aterrorizan, nos manipulan, nos meten miedo en el cuerpo para conseguir sus propios fines. Y lo logran. Y no nos gusta vivir con miedo. Un miedo que se siente ahí, latente, en algún lugar profundo del alma, y que nos resta libertad. Y resulta que nosotros, víctimas del terrorismo, también jugamos a eso sin quererlo, sin darnos cuenta, trasladando nuestros propios miedos, devolviendo lo que un día recibimos.

Basta con observar (y observarse) un poco y podremos escuchar en todas partes: “Baja de ahí que te vas a matar” “Sigue comiendo chucherías y se te caerán todos los dientes” “Si no me das la mano te pillará un coche y tendrás que ir al hospital” “Verás cuando venga tu padre la paliza que te da” “Como no te pongas la chaqueta te llevaré al médico para que te pinche” “Si no haces los deberes te vas a quedar tonto y todos se reirán de ti” “Voy a llamar al policía para que te riña” “Si te alejas vendrá un hombre y te llevará” “Cállate o te parto la cara” “Si eres malo no te traerán nada los Reyes”… Podría seguir de forma interminable, como una letanía de expiación.
Y así, desde la cuna, perdida la confianza en el diálogo, en el razonamiento y en la libertad de ser; lapidada la verdad bajo las piedras del terror; la niña se convierte en mujer y el niño en hombre, y sólo conocen un arma poderosa, que es el miedo.
Lo que se siembra hoy, se cosechará mañana. Cuidemos nuestro lenguaje, por favor.

23.5.08

El dolor de la infancia en cifras

La mitad de los niños son pobres y la mitad de los pobres son niños.
Todos los días mueren 3000 niños en el mundo por malaria; 1400 por el sida; 12000 niños de hambre. Cada día 30000 niños de menos de 5 años mueren de enfermedades evitables, CADA DÍA.

158 millones de niños sufren desnutrición, 448 con insuficiencia ponderal. Según el Informe de Naciones Unidas el 50% de los menores de dos años son anémicos.

Uno de cada 5 niños no tiene acceso a la educación escolar.

Se calcula que unos 500.000 niños y niñas son utilizados como soldados.

6000 niñas son sometidas a la ablación cada día, dos millones cada año.

Sólo en España, 188.000 niños son víctimas declaradas de maltrato.

Este es el dolor invisible de una infancia invisible en cifras visibles. Aquí está.

Cerrar los ojos a esta realidad, seguir caminando con la excusa de no poder hacer "nada", permitir el dolor en la infancia, elegir no mirar a esos ojos anónimos e inocentes, echar paladas de tierra sobre el futuro de la humanidad, el de nuestros hijos, el de los hijos de todos.

21.5.08

La atención al parto en España

El Parto es Nuestro es una asociación sin ánimo de lucro, formada por usuarios y profesionales que pretende mejorar las condiciones de atención a madres e hijos durante el embarazo, parto y posparto en España.
España es uno de los países con más retraso en la implantación de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud para la atención al parto (unos veinte años de retraso), y esto tiene como consecuencia un incremento incesante del número de cesáreas y partos instrumentales. Sólo unos cuantos hospitales han tomado medidas para modernizar sus protocolos y adaptarlos a las normas de la OMS que promueven un parto bajo el concepto de salud –y no de enfermedad-, respetuoso con su proceso fisiológico. Buscamos un cambio global en la forma de atender el parto, que no se limite a unas pocas mujeres privilegiadas sino que se extienda al conjunto de la población introduciendo en este país las mejoras necesarias que ya han sido asumidas hace tiempo en los países más avanzados.
En países como Inglaterra, Holanda, Dinamarca, Austria, Finlandia o Suecia se ha eliminado la excesiva medicalización (elevados índices de pruebas prenatales innecesarias, inducciones, goteros, episiotomías, cesáreas, forceps, separaciones madre-bebé injustificadas y trato masificado…) y se ofrece una atención sanitaria de calidad y basada en la evidencia científica donde todas las mujeres son informadas de sus opciones y respetadas en sus decisiones. La información que reciben allí las mujeres incluye: beneficios, riesgos, y alternativas de cada prueba diagnóstica o intervención, además del derecho a una segunda opinión médica. Entre las alternativas que se ofrecen en estos países más avanzados están:


-el parto en el hospital en paritorios con características familiares,

-el parto en centros de nacimiento independientes también llamados “casas de parto”

-y el parto en el propio domicilio atendido por una matrona y pagado por la seguridad social.


Se considera que las matronas son las profesionales más apropiadas para encargarse de los cuidados y atención necesarios en el parto normal; y se ofrece formación actualizada y gratuita a todos los profesionales implicados sobre la mejora de la atención en el parto según las últimas evidencias científicas, y sobre sus derechos como profesionales y los de las usuarias y sus bebés.
Todos estos países han adaptado su legislación de cara a asegurar que se respeten dichos derechos, que se eliminen las prácticas obsoletas y que se garantice el adecuado entorno social y sanitario a las embarazadas. Desde las instituciones se favorece la transparencia, haciendo públicos los datos disponibles en torno a la atención al parto en los distintos hospitales.


La ausencia de gran parte de estos datos en España, y la falta de rigurosidad de los que hay, oculta la existencia de un problema en nuestro sistema sanitario y dificulta su solución. El Parto Es Nuestro está desarrollando una campaña a favor de la Transparencia en la Obstetricia para obtener información veraz sobre las prácticas y resultados de las distintas clínicas y hospitales, tanto públicos como privados. Confiamos en que al hacer pública la información, aumentará la demanda de una atención de calidad y aquellos centros con los peores indicadores tendrán que evaluar y mejorar sus resultados.
Uno de los indicadores de calidad más significativos, sin duda, es la tasa de episiotomías, que en España se sitúa casi en el 100 % en las mujeres que dan a luz por primera vez, mientras que en otros países de Europa se sitúa por debajo del 10% en partos domiciliarios y del 25% en los hospitalarios. Esta intervención, realizada con el pretexto de prevenir de desgarros, puede provocar (y en nuestra web episiotomias.info tenemos múltiples ejemplos de ello) disfunciones sexuales, incontinencias, dolor prolongado durante años y otras patologías. *Fuente: Ministerio de Sanidad. Instituto Nacional de Información Sanitaria, 2002


También resulta alarmante el dato de que nuestro país es uno de los pocos de Europa que sigue separando a los bebés de sus madres al nacer. Los minutos que siguen al nacimiento son cruciales para el establecimiento del vínculo madre-hijo. Todo lo que sea necesario hacer, se debe hacer con el niño sobre su madre. En otros países europeos no se separa nunca al recién nacido, ni un solo minuto, ni para hacer el test de apgar, ni para medirlo o pesarlo, ni para bañarlo… NUNCA. Ni siquiera para meterlo en una incubadora, pues estudios científicos demuestran que el contacto piel con piel regula la temperatura, el ritmo cardiaco y el sistema inmunitario del bebé. Debe ser una labor del conjunto de la sociedad conseguir que en ningún hospital se separe a los bebés de sus madres y por ello El Parto Es Nuestro trabaja actualmente en una campaña a favor de la No Separación.
El Parto Es Nuestro, por tanto, quiere que las mujeres reciban la mejor atención posible que el sistema sanitario pueda proporcionar y que una sociedad desarrollada como la nuestra está en obligación de dar. La mejor atención para la madre y el bebé, la mejor para ambos. Esto no implica mayor gasto sanitario sino que, como se ha demostrado en otros países, la eliminación de rutinas innecesarias ahorraría gran parte de los costes.

HAY QUE CAMBIAR GLOBALMENTE LA FORMA DE ATENDER EL PARTO EN ESPAÑA. HAY QUE MEJORARLA COMPLETAMENTE Y PARA TODOS.

Canción: "Principes del Silencio" - Premio Nosside 2006

Pensamos que aquí, en España, no existen niños tristes que viven en silencio sus sufrimientos, pero los hay. Los hay aquí y en todas partes, merecen nuestra atención, ellos sí son completamente inocentes y no pueden salir de esa situación sin nuestra ayuda. El sentido de la vida es algo que nos preguntamos muy a menudo. El sentido de la vida reside en lo que puedas hacer por los demás mientras vives y sobretodo, en lo que dejas de positivo para el futuro cuando te mueres. Una sola persona puede lograr grandes cosas en una vida ¿por qué no tú? Fíjate en las imágenes, escucha la letra de esta bellisima canción, los príncipes del silencio están ahí, nos necesitan, dále un sentido a tu vida.

Los colores de mi hijo


"Yo nací en una casa de lo más multicolor. Y no, no me refiero a las paredes. Esas eran blancas, como las de cualquier casa de Puerto Cabello en los setenta. Mi casa era multicolor por dentro. Y es que mi mamá es de piel tan clara, que sus hermanos la bautizaron "rana platanera". Y mi papá era de un trigueño agresivo, con bigote de charro, sonrisa de Gardel y cabello ensortijado, estirado a juro con brillantina. La vejez lo ha desteñido, a mi papá. Como si la melanina se acabara con el tiempo. Como si los años fueran de lejía.
De esa mezcla emulsionada salimos nosotros, cinco hermanos de lo más variopintos. Mi hermano mayor, vaya usted a saber por qué, parece árabe. Ojos penetrantes, nariz aguileña, frente amplia y cabello rizado (cuando existía, pues ahora ostenta una calvicie de lo más atractiva). Le sigue una hermana preciosa, nariz perfilada, pecas, ojos inmensos, sonrisa como mandada a hacer. Castaña clara y de cabello cenizo. Se ayuda con Kolestone, vamos a estar claros. Pero le queda de un bien que parece que hubiera nacido así. Al tercero, extrañamente, le decían "el catire". Nunca entendí por qué, con ese cabello de pinchos rebeldes que crece hacia arriba. Eso sí, tan rana platanera como la madre. Yo soy trigueña como mi padre, y mi nariz delata algún ancestro africano por ahí. Y mi hermana menor es pecosa y achinada, como si en algún momento los genes se hubieran vuelto locos y por generación espontánea hubieran creado una sucursal asiática en la casa.
Así, los almuerzos en mi casa parecían más una convención de las naciones unidas que otra cosa. Claro que yo jamás me di cuenta de eso.
Para mí eran almuerzos, punto. Con el olor inenarrable de las caraotas negras de mi mamá y las tajadas de plátano frito que se hacían por kilos.
De chiquita nunca entendí por qué en el colegio de monjas un día una niñita me preguntó si mi papá era el chofer. Tampoco supe por qué no lo habían dejado entrar a cierto local nocturno muy de moda en los ochenta. Yo jamás me fijé en los colores de mi familia. Mi papá, mi mamá y mis hermanos, siempre fueron exactamente eso: mi papá, mi mamá y mis hermanos..
Cuando yo era chiquita pensaba que los colores los tenían las cosas, no la gente. No entendía por qué a algunos les decían negros si yo los veía marrones, y a otros les decían blancos si yo los veía como anaranjado claro tirando a rosa pálido. Y menos aún entendía por qué aparentemente y para muchos adultos, era mejor ser "blanco" que "negro". Una vez mi papá se comió un semáforo y alguien le gritó: "¡negro tenías que ser!". Yo me quedé estupefacta al descubrir que los "blancos" jamás se comían los semáforos.
Así las cosas, comenzó en mi adolescencia una suerte de fascinación por aquello de los colores de la gente, las etnias, las razas y esos asuntos que parecían importar tanto a la humanidad. Tanto, que hasta guerras entre países generaba. Tanto, que se mataba la gente por asuntos de piel. De genes. De células. De melanina.
Yo buscando vivencias reales, y con lo enamorada que soy, tuve novios marrones, rosados, amarillos y uno hasta medio verdoso. Me casé con un italiano y tuve una hija que parece una actriz de Zefirelli. Y finalmente me enamoré hasta los huesos y me casé otra vez. Con un marrón. Un marrón de esos que la gente llama "negro".
Una tía abuela me dijo cuando me casé: "ni se te ocurra tener hijos con ese hombre, porque te van a salir negritos". A mí no me cabía en la cabeza que a estas alturas de la historia universal, alguien pudiera hacer un comentario como ese. Pero mi tía tiene 84 años, y uno, a la gente de 84 años, le perdona todo. Hasta el racismo.
Como soy bien terca salí embarazada de mi esposo marrón. El embarazo fue una montaña rusa total, así que cuando nació mi hijo, sano, con diez deditos en las manos y diez en los pies, un par de ojos, orejas, boca, nariz y gritos, yo estallaba de felicidad. Y cuando uno estalla de felicidad, no escucha nada.
Pero resulta que han pasado cinco meses, y aunque sigo felicísima, se me ha ido pasando la sordera. Y como soy tan bruta, no termino de entender cómo es que tanta gente, que no solo mi tía la de 84, me pregunta "¿y de qué color es el niño?". Sí, sí, así mismo. "¿De qué color es?". Les importa muchísimo ese detalle a algunos. Tal vez a demasiados. Una amiga de España. Una antigua vecina. Una ex compañera de colegio. Una gente cualquiera que no tiene 84 años. Una gente que, que yo sepa, no pertenece al partido Neo Nazi, ni milita en el Ku Klux Klan, ni es aria, ni tiene esvásticas en la ropa. Una gente que se ofende si uno les dice racista. Llegan así, llaman, escriben. Y lo primero que preguntan, antes de esas típicas preguntas de viejita ("¿Cuánto pesó?" ¿Cuánto midió?" "¿Lloró mucho?"), es ¿y de qué color es?".
Y la verdad, lo confieso, a riesgo de quedar como una madre desnaturalizada, es que yo no me había fijado de qué color era mi hijo. Porque cuando nació mi hija la italianita nadie me preguntó eso.
Entonces no pensé que era tan importante saberse el color del hijo. Yo me sabía la fecha de su primera sonrisa. Me sabía cuándo se le puso la triple, cuándo comió papilla por primera vez. Sabía que tenía tres tipos de llanto (uno de hambre, uno de sueño y uno de ñonguera). Sabía que por las noches le gustaba quedarse dormida en mi pecho. Cosas, pues, intrascendentes. Igual con mi bebé. Ya me sé sus ojos de memoria, por ejemplo. A veces están a media asta y es que tiene sueño, pero lucha porque no quiere perderse nada. Me sé sus saltos cuando quiere que lo cargue. La temperatura de su piel, el olor de su nuca.
Pero el domingo pasado me encontré a una ex compañera de trabajo que no veía desde mi preñez, y ¡zuás!, me lanzó la pregunta. ¿Ya nació tu hijo? ¿Y de qué color es?". Me agarró desprevenida, y no supe qué responderle, pero me prometí a mí misma averiguarlo, ya que a tanta gente parece importarle el asunto. Debe ser que es algo vital, y yo de mala madre no he prestado atención a la epidermis de mis críos.
Así que ante tanta curiosidad de la gente, me he puesto a detallar los colores de mi hijo. Y resulta que mi bebé es un camaleón. Sí, de verdad. Cambia de colores. A las cinco y media de la mañana, cuando se despierta pidiendo comida, es como rojo. Un rojo furioso y candelero.
Después se pone como rosadito, y se ríe anaranjado. A veces pasa el día verde manzana, y me provoca darle mordiscos por todos lados.
Cuando lo baño, y chapotea con el agua, se vuelve como plateado, una cosa increíble. Cuando se le cierran los ojitos del sueño, es amarillo pollito y provoca acunarlo y meterlo bajo las dos alas acurrucadito.
Finalmente se duerme y, lo juro por Dios, se pone azul. Y brilla en la oscuridad.
Ese es mi hijo, multicolor. Sé que va a ser un poco difícil llenarle la planilla del pasaporte, o contestarles a las ex compañeras de colegio cuando pregunten de qué color es mi hijo. Pero eso es lo que hay. Lo juro. Mi hijo es color arcoiris.

(Indira Paez)"

Yo debería

"Hace mucho que me ronda en la cabeza
mil historias que he de comentar.
Y no sabéis lo que a mi me pesa
que el tiempo se me va
y todo sigue igual.
De los débiles hacemos mercancía,
cuantos niños que mueren sin más,
gente fría, casi nadie ya se fija…
A mi aire veo que esto es así
y me limito a darme cuenta y a seguir por la vida.
Si queremos terminar con todo esto
y buscar una normalidad…
No se si lo harías, yo debería:
Ir donde quiera que tú estés
y vestirme con tu piel
para saber lo que tú sientes.
Gritar muy fuerte ¡hay que cambiar!
y no dejar que pase más;
que el mundo se ponga en pie,
hacer algo ya por ti.
Si dejamos de mirarnos a nosotros
y aceptamos esta realidad
unos que se mueren por tan poco
y otros que quieren más y más y más.
Ni en mil canciones
contaría los horrores de sus días.
Se tiene que acabar.
No se pueden olvidar estas vidas.
Cuando escribo me alimenta la esperanza
de que tú me quieras escuchar.
No se si lo harías, yo debería… "

(Merche, "Yo Debería")

20.5.08

Cállate y Empuja

Este video es duro y triste pero es la realidad de la atención al parto en España, Argentina y el resto de paises con un sistema sanitario obsoleto, irrespetuoso y en vías de desarrollo. Es necesario abrir los ojos y enfrentarse a lo que está ocurriendo para poderlo cambiar.

¡Yo quiero ser ella!

Buscando por Internet he encontrado las mismas recomendaciones para el parto en absolutamente todas las páginas. Resumiendo, porque casi dicen lo mismo, se recomienda:

"Cuando comiencen las contracciones es mejor dejar a la madre tranquila, mantenernos calmados y hablarle poco y en voz baja. Durante las contracciones se la puede ayudar con masajes si a ella no le molesta. Ella buscará el mejor lugar para dar a luz, puede ser la cama o cualquier otro lugar (es mejor disponer de toallas limpias por si elige otro lugar). Es posible incluso que alguna mujer dé a luz en un lugar insospechado, como una esquina en el suelo, esto obedece al instinto ancestral y es completamente normal.
No queda más que esperar a que la naturaleza siga su curso, así que es mejor retirarse porque la presencia de extraños puede entorpecer el parto y afectar a la vida del bebé. Si la madre tiene una relación especial de afecto con alguien es bueno que esta persona la acompañe porque esto le dará seguridad y apoyo. El proceso de parir es algo muy privado para la madre y cada mujer sabe como hacerlo, deje a la madre que tome sus decisiones. Sólo en casos extremos es necesaria la ayuda de un médico para intervenir en una cesárea o alguna otra necesidad médica.
Olvídese de las cámaras de fotografía, ya que equipos y luces pueden perjudicar el proceso del parto. Si a la mujer no le importa, usted puede observar desde cierta distancia, hablando bajo y dejándole espacio, pero si la mujer trata de alejarse de usted, lo mejor es retirarse, y solo ayudarla en caso que así lo requiera. Lo mejor es mantener la política de "manos fuera" pues ella y la naturaleza harán que salga adelante sin su ayuda, mas bien el tratar de ayudar puede traer complicaciones. Lo que es desconocido para usted, es un proceso natural para ella.
Cuando llega el expulsivo la respiración es más rápida, el cuerpo de la madre realiza un gran esfuerzo, comienza a asomar el bebé y después se desliza el resto del cuerpo. Nunca hay que intervenir en este momento, si el bebé se quedase atascado, se puede ayudar a la madre tirando suavemente de la parte que asoma. Bajo ningún concepto se deben introducir los dedos en la vagina pues esto trae graves consecuencias.
Después de nacido el bebé, la madre se lo acerca y lo besa para estimularle, no hay que preocuparse ni intervenir porque el bebé no respire aún pues el cordón umbilical le provee de oxígeno hasta que es cortado. Una vez que el bebé reacciona, la madre corta el cordón; si ella no lo hace lo podemos hacer nosotros. La madre sigue besando a su hijo para estimularle, lo seca y lo aprieta contra su cuerpo para que entre en calor y encuentre el pecho.
Pronto el bebé comienza a tomar su primer alimento, esta toma es rica en calostro, que inmuniza al recién nacido contra algunas enfermedades, además les prepara el sistema digestivo para su futura alimentación. Por tanto, es importante vigilar que el bebé mame desde el primer momento pues no tomar la leche materna en las primeras horas de vida puede acarrear la muerte.
Nunca se debe alejar un bebé de su madre pues ella lo buscará desesperadamente con graves consecuencias para la salud de ambos. Si desafortunadamente, un bebé muriese, no hay que caer en el error de retirarlo rápidamente, debemos dejar tiempo a la madre para que se despida de él y asimile su muerte, de lo contrario quedaría afectada emocionalmente, tal vez buscando a su bebé perdido por todas partes o cayendo en depresión y descuidando al resto de sus hijos.
En resumen, en un parto, lo ideal es dejar que la madre haga lo que quiera, tanto antes, como durante el mismo y después. Ella sabe mejor que nadie lo que tiene que hacer."


Ahora sólo hay que cambiar las palabras “mujer” por “perra” y “bebé” por “cachorros”. Esa es nuestra triste realidad, se respeta más a los animales que a las mujeres. Ha sido muy instructivo buscar información sobre el parto de las perras, quería compartirlo con vosotros. Por cierto, el día 10 de mayo mi perra ha parido en casa con amor y respeto 9 lindos cachorritos.



YO QUIERO SER ELLA.

19.5.08

Mi fenomenal parto en un hospital normal

Mi parto fue "normal y fenomenal": Según lo establecido no pudo ir mejor. Como llevaba unos días "un poco dilatada" mi ginecóloga decidió programar el parto para el lunes aún sin haber salido de cuentas. Yo dudaba de que fuese necesario pero lo cierto es que las ganas de ver a mi pequeña fueron más fuertes. Así que pasé por todos los protocolos habituales sin cuestionarme nada: inducción, gotero con suero y oxitocina, rotura de bolsa, tensiómetro en el brazo, monitores externos… Fui como una moto, las contracciones empezaron enseguida y no me dejaron respirar. En 3 horas había dilatado 6 centímetros pero estaba exhausta, el dolor era insufrible por la oxitocina sintética, consecuencia: epidural, las constantes de la niña que iban a tope bajaron drásticamente, más oxitocina y pronto se recuperaron. Con la epidural, descansé, pero ya no me dejaban moverme, me tuvieron que sondar para vaciar la vejiga, temblaba incontrolablemente, "es normal, es la anestesia". En una hora rápida, al paritorio. Ese sitio era un poco horrible, parecía un quirófano, me subí en una camilla de hierro con incomodísimas bridas para los pies. Empujé cuando me dijeron, allí había bastante gente pero no recuerdo cuánta. Episiotomía, sacan a la niña y se la llevan llorando, "mi niña, mi niña, quiero verla" pero nada. Me cosen, aún con epidural fue horrible. El enfermero se me sube de pronto encima y me aplasta para sacar la placenta (maniobra kristeller). Están bañando a la niña y veo por el rabillo del ojo que la tratan como a un muñeco sin vida (la verdad es que a mí también), llora sin parar (ojala yo pudiese hacer lo mismo). Me la enseñan un momento, y se la llevan al nido. "Hala, ya está, ¿a que pensabas que iba a ser peor?" dice la gine,-"No, pensaba que iba a ser mejor".- "Tonterías, todo ha ido fenomenal". Así que me fui convenciendo en "reanimación": "Ha ido fenomenal, ha ido fenomenal…" Casi pierdo la consciencia, estaba sangrando demasiado. Llegué a la habitación 3 horas después, temblando, sangrando, débil, extenuada, confusa, la niña no estaba. La trajeron pero dijeron, "ahora no la saques porque tiene una bolsa de agua caliente y la necesita". La miraba, era preciosa, definitivamente todo había ido fenomenal. El problema era que mi marido no estaba tan convencido como yo. "Nos han tratado fatal" decía. "¿Por qué estás así?, ¿por qué no puedes parar de temblar? ¿por qué sangras tanto? ¿por qué no te tienes en pie? ¿por qué lloras de dolor? ¿por qué hay que darle biberones a la niña si le estás dando el pecho? ¿por qué se la llevan y la traen sin nuestro permiso?" Yo no podía contestar, apenas recuerdo nada de la primera semana después del parto, tampoco sabía, tampoco quería saber. La imprescindible episiotomía que me hicieron (en preparación al parto la matrona nos contó una historia de terror: "si no te haces la episiotomía te puedes desgarrar en cualquier sentido, se te puede desgarrar el clítoris y eso es dolorosísimo") tan inocente y necesaria, me impidió durante 3 meses caminar normal, sentarme, o hacer pis y caca sin dolor intenso. De las relaciones sexuales ya ni hablamos porque aún hoy me molesta. Fui 5 veces a la ginecóloga y a la matrona, todo estaba bien, eran cosas normales, no tenía porqué dolerme tanto. Hoy sé que me cosieron deprisa y mal. Un año después, una amiga inglesa me contó su parto con todas las posibilidades de elección que tuvo y me quitó la venda de los ojos. Mi normal y fenomenal parto era un fraude, un montaje publicitario, un sometimiento indigno para cualquiera. He pasado por todas las fases: aceptación, negación del dolor, miedo, afrontamiento, tristeza, indignación… Ahora sólo deseo compartir mi experiencia por si puede servirle a alguien. Siento que es necesario decir "¡Basta, hasta aquí hemos llegado, a partir de ahora nos vais a respetar!" Cada día pienso en las mujeres que estarán dando a luz en todos los hospitales públicos y clínicas privadas de España y me entristezco. ¿Por qué está pasando esto? Hay que pararlo ya. Nadie me va a devolver mi parto, pero espero ayudar para que no se lo quiten a nadie más.

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